Vistas de página en total

miércoles, 2 de febrero de 2011

Mi despertar

Un inicio. Siempre debe haber un principio para que exista un fin. Puede que ese principio no sea un principio físico, puede que tan sólo sea el nombre que le damos a algo que ocurre. Sea como sea, esto es un inicio. Un inicio que ocurrió hace ya mucho tiempo atrás, un inicio por el que he ido caminando durante todo este tiempo. La gente cambia, es lo que se dice siempre. Y si la gente cambia... ¿por qué los tréboles no?
Siempre hay un temor inherente a todo cambio, un miedo primigenio a dejar de ser algo, aun sabiendo que ese cambio será para mejor. El camino fácil siempre es no caminar. Seguir en el mismo sitio, donde siempre se ha estado, donde se conoce cada palmo de tierra circundante, donde te sientes falsamente seguro. Pero estamos hablando de un inicio y, como ya hemos dicho, un inicio supone un cambio.

Para un trébol no es sencillo caminar, ser pasivo e inmóvil está arraigado en lo más profundo de sí mismo. Pero bastan cosas sencillas y cotidianas para permitir que la tierra libere de su prisión a las tiernas raíces. Basta una única lágrima de la luna para humedecer lo suficiente el terreno y, no sólo permitir el poder arrebatarle al suelo sus raíces, si no imbuir de la imperiosa e irrefrenable necesidad de caminar. Y con esta lágrima salada comenzó este inicio, al menos como inicio determinado y concreto, ignorando quizás vagos sueños no recordados sobre otros inicios anteriores.
 Y un inicio conlleva cambios, la tierra deja de ser prisión para convertirse en camino. Eso siempre es bonito, y se agradece. Pero nunca hay que olvidar que hay distintos tipos de suelos y de subsuelos, algunos dulces, y otros amargos. Nadie dijo que fuera sencillo caminar por el sendero de la vida pero, sin duda, es preferible caminar hacia tu vida que dejar que ella te deje atrás por temor a seguirla. A estas alturas de mi inicio, algunos cambios ya han dejado de ser cambios. Nuevos cambios se acercan, y otros tantos están en su esplendor. A todos ustedes que me los  otorgaron, gracias.

Yo dije una vez: «Jamás tendré un blog». Espero que algunos de ustedes lo recuerde. A estas alturas de mi inicio puedo decir:
Bienvenidos a mi blog.

No hay comentarios: